Llegada a Sumatra
Después de un largo viaje en avión, había aterrizado en el Aeropuerto de Padang, la ciudad principal en la zona de Sumatra occidental. La primera sensación es sentir como la humedad y la alta temperatura te invaden, digna de un país tropical. De pronto, varias personas autóctonas me ofrecen un taxi para llevarme al hotel. Yo, por supuesto, accedí porque uno de mis objetivos era adentrarme de lleno en su cultura y, ¿qué mejor forma de conocerla que relacionándome con residentes?
Hotel Grand Zuri Padang
Es un hotel digno en el que pasé las dos primeras noches. Solté mis cosas en la habitación y enseguida salí con la cámara a descubrir aquel lugar y las personas que viven allí .
Descubriendo Sumatra
Primeros días
La mejor idea era contratar a un taxi local para que me hiciese de guía. Así conocí los lugares más emblemáticos, mezquitas, calles, monumentos, encuentros y experiencias con los lugareños. La gente era muy agradable y siempre sonreía y saludaba. Por no hablar de la sensación que me invadía a cada instante, difícil de describir si no lo visitas personalmente.
Descubriendo la naturaleza más salvaje
Al tercer día, ya con la maleta preparada, me recogió un conductor que había contratado para viajar a la zona del Parque Nacional de Kerinci, que era parte de la selva tropical más virgen.
Pasamos el día conduciendo, hablando y disfrutando de los paisajes de aquella parte de la gran Isla. Si encontraba algún lugar magnífico parábamos a hacer algunas fotos. Llegamos a Lempur Village después de 9 horas por carreteras de curvas, era un pueblecito a las faldas de la selva más profunda. Pasé la noche en el Hostal Cinamomo, y al día siguiente íbamos a recorrer la selva de Sumatra durante cinco días, con un guía y dos porters, siguiendo los senderos que recorren los animales salvajes, como rinocerontes, tapires, ciervos, tigres y osos entre otros. Fueron 63 kilómetros por la selva, aprovechando las horas de luz para explorar aquel magnífico ecosistema y avanzar en el recorrido. Con la llegada de la noche montábamos el campamento.
En la selva, mi intención era observar y fotografiar la fauna y los paisajes que encontrara, así que íbamos muy pendientes de encontrar animales salvajes, siempre que la lluvia nos lo permitiese. Pude hacer algunas fotos buenas, y aprendí a seguir el rastro de los animales empleando todos los sentidos.
Como anécdota, la cuarta noche, que fue la primera que no llovía, estábamos explorando la selva por la noche, conocedor de la actividad de esta a aquellas horas, enseguida nos encontramos con varias especies, anfibios, reptiles, insectos y arañas, así que estábamos tomando algunas fotos. Estábamos muy concentrados cuando, de pronto, entre la maleza escuchamos un ruido alto y seco, parecido a un rugido, al guía le pareció una rama de un árbol que se había desprendido, a mí no… Sonó una segunda vez y asumimos que un tigre rugía a no más de 200 metros, reclamando su territorio. Abortamos las fotos de aquel momento y volvimos rápidamente al campamento, sabíamos que era mejor evitar a los tigres por la noche. Esa noche fue tranquila.
La tranquilidad y la aventura continuaron
Al amanecer, contemplamos a escasos metros del campamento un lago azul, prácticamente en frente de las tiendas, con las aguas transparentes que se daba allí por la actividad volcánica y disfrutamos de un baño. Ese día acabamos el recorrido y volvimos al pueblo. Tuve tiempo los próximos días para conocer sus tradiciones, costumbres y cultura.
Una mañana partimos para Sungai Penuh, me acompañaba un guía y un conductor, íbamos a Tapan Hill, una zona de Parque Nacional, exploramos la naturaleza durante todo el día, encontramos gibones, macacos, aves tropicales, serpientes, lagartos, entre otros. Por la noche, ya de vuelta, desde el coche encontramos a un slow loris cruzando unos árboles al borde de la carretera, era la guinda del pastel.
Al día siguiente, nos marchamos hacia el Monte Kerinci, íbamos a conocer la selva a faldas del gran volcán. Fueron dos días muy productivos, explorando la selva y documentando los lugares que se ofrecían. Más tarde, mi ruta me llevó a Bukitingui, un lugar en el que se podían conocer las casas tradicionales, que tienen los tejados en forma de aristas de barcos. Además, visitamos un Palacio que perteneció a la realeza indonesia. Al día siguiente estaba de vuelta en Pagang, pase dos noches en la ciudad para descansar y reflexionar sobre el viaje, enseguida me esperaba el vuelo de vuelta a casa. Por supuesto, como en todo buen viaje, aunque me llevo una sensación increíble, me quedé con ganas de más.
Si viajáis a Sumatra no dudéis en hacer uso de Explore kerinci y WildSumatra, ideales para perderse por esta increíble isla.